Uno de
los asuntos más importantes que necesitamos comenzar a abordar es la curación
del olvidado niño interior o pequeño niño como algunos los mencionamos. Muchos de nosotros nos hemos pasado demasiado
tiempo sin hacer caso de nuestro propio niño interior. Tengas la edad que
tengas, hay en tu interior un pequeño que necesita amor y aceptación.
El tiempo que hayas vivido, él está dentro de ti, dentro de tu conciencia y de tu
memoria. Cuando éramos niños y las cosas iban mal, solíamos pensar que algo no
funcionaba bien en nosotros, que teníamos algo malo dentro. Los niños piensan
que si pudieran hacer las cosas bien, sus padres (o figuras representativas) les amarían y no
les castigarían ni les pegarían.
Así
pues, siempre que el niño o la niña desea algo y no lo obtiene, piensa: «No
valgo lo suficiente. Soy tonto, un retrasado». Entonces, cuando nos hacemos
mayores rechazamos ciertas partes de nosotros mismos.
Es por ello necesario que empecemos a hacernos
íntegros y a aceptar cada parte nuestra: la que hacía el tonto, la que se
divertía, la que se asustaba, la que era estúpida y boba, la que llevaba la
cara sucia. Todas y cada una de nuestras partes.
Creo
que por lo general nos desconectamos, nos cerramos, alrededor de los cinco
años. Tomamos esa decisión porque pensamos que algo no funciona bien en nosotros
y ya no queremos tener nada que ver con ese niño o niña que somos. También
llevamos a nuestros padres dentro. Tenemos en nuestro interior al niño y a sus
padres. La mayor parte del tiempo el padre (o la madre) reprende al niño, casi
sin parar. Si prestas atención a tu diálogo interno, podrás oír el sermón.
Podrás escuchar cómo papá o mamá le dice al niño que está haciendo algo mal o
que no sirve para nada.
Lógicamente,
entonces comenzamos una guerra con nosotros mismos; empezamos a criticarnos de
la misma forma en que éramos criticados: «Eres un estúpido», «No sirves para
nada», « Otra vez la has fastidiado». Se convierte en costumbre. Cuando nos
hacemos adultos, la mayoría de nosotros no hacemos el menor caso de nuestro
niño interior, o lo criticamos igual como nos criticaban.
Continuamos
con la pauta una y otra vez. John Bradshaw, autor de varios libros maravillosos
sobre cómo sanar al niño interior, dijo una vez que cuando llegarnos a adultos
llevamos dentro 25.000 horas de cintas grabadas con la voz de nuestros padres.
¿Cuántas horas de esas cintas crees que te dicen que eres un ser maravilloso?
¿Cuántas te dicen que te aman y que eres inteligente y brillante? ¿O que eres
capaz de ser lo que desees ser y que cuando seas mayor serás una gran persona?
En realidad, ¿cuántas horas de esas cintas te dicen «No, no, no» en todas sus
formas?
No es
nada extraño que nos pasemos la vida diciéndonos «no» y «debería». Lo que
hacemos no es otra cosa que imitar a esas viejas cintas. Sin embargo, son sólo
cintas, no la realidad de nuestro ser. No son la verdad de nuestra existencia.
Son sólo grabaciones que uno lleva dentro, y se puede muy bien borrar o volver
a grabar.
El adulto y el niño necesitan
entablar amistad, hablar el uno con el otro de todo lo que haces. Sé que puede
parecer tonto, pero da resultado. Haz saber a tu niño que pase lo que pase
nunca le vas a volver la espalda ni a abandonarle. Siempre estarás allí para
acompañarle y amarle.
He
descubierto que el trabajo con el niño interior es sumamente útil para curar
las heridas del pasado. No siempre conectamos con los sentimientos del asustado
pequeño que llevamos dentro. Si en tu infancia sentiste mucho miedo y angustia,
y ahora te castigas mentalmente, continúas tratando a tu niño interior de la
misma forma. Sin embargo, él no tiene ningún otro Sitio adonde ir. Es necesario
que superes las limitaciones de tus padres. Necesitas comunicarte con el
pequeño, que se siente perdido. Tu niño interior necesita saber que tú lo amas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario